jueves, 21 de septiembre de 2017

El hipertexto: una red de redes

         Cuando las personas nos acostumbramos a la tecnología, éstas tienden a volverse invisibles, ya que se incorporan al orden natural de las cosas. Esto es porque no tenemos en cuenta lo que hace unos años atrás era tecnología, por ejemplo avanzar en las formas de escritura es tecnología, antes se escribían en rollos o pergaminos con plumas y tinta, hoy ya tenemos métodos más sencillos y prácticos para la vida; los diferentes tipos y formatos que se le puede otorgar a la misma son variados.
      Los autores se refieren a que los textos escritos son de naturaleza hipertextual ya que desvían la atención del lector hacia otras fuentes o puntos de vista, entretejidos en una secuencia narrativa lineal, pero que permiten apartarse de ella. El uso de frases como : “Anteriormente… Más adelante… En otra publicación sosteníamos  que…”, etc., marcan puntos de contacto con otros textos previos o posteriores invitando así a los lectores a adelantarse o retroceder para leer algún otro texto. Sin embargo estos usos son considerados desviaciones o complementos del texto central y en los que independientemente de lo que los lectores decidan no se pierde nada esencial.   
       Algunas de las primeras formas de escritura empleaban rollos de hojas de pergamino pegadas una a continuación de otra. Un invento posterior, el libro o códice, se armaba con páginas de papel superpuestas y unidas entre sí con hilos, a fin de que se las leyera en orden. Se escribe con la intención de que la lectura se realice en un orden particular. De hecho, podríamos imaginar un libro completo escrito en una sola línea sobre una tira de papel angosta y continua. 
            El esquema, que muchos alumnos aprenden a formular como primer paso de un escrito, no es más que una organización de ideas jerárquica y seriada, en la que se distinguen los temas principales y secundarios, organizados según su importancia y relacionados entre sí.  La escritura, en especial en la era de los procesadores de texto, suele consistir en cortar y pegar, mover fragmentos de un lado a otro, bosquejar las secciones finales antes de terminar las primeras, etc. La ilusión de continuidad y concatenación surge a menudo de hacer varias versiones del texto y eliminar todo indicio de que fue compuesto en momentos discontinuos. De manera semejante, la práctica de la lectura no suele ser lineal ni ininterrumpida. Omitimos partes, volvemos atrás para releer otras, nos detenemos.
            El hipertexto lleva estas cuestiones aún más lejos. A pesar de que se trata de un formato del todo nuevo y sin precedentes, este modo de hacer asociaciones laterales además de lineales, de conectar ideas y texto mediante enlaces y yuxtaposiciones, y no necesariamente obedeciendo a una secuencia lógica, adquirió su mayor relevancia en el HTML (Hypertext Markup Language, es decir "Lenguaje demarcado de hipertexto"), una de las estructuras subyacentes que hace de la Web esta especie de telaraña. Un hipertexto es, al mismo tiempo, un modo de composición o diseño, y un proceso de escritura. Puede incluir una narración o debate central que permita la lectura secuencial, aunque también ofrece oportunidades de desviarse del texto primario para analizar otros materiales. En realidad, hay quienes, al referirse al hipertexto, hablan de "notas electrónicas al pie "; tal descripción es algo superficial.
       En un hipertexto, casi todo lo que se considere interesante, pertinente e importante, cualquiera sea el punto de vista, puede incluirse y ponerse al alcance del lector. Cuando se trabaja con hipertextos, se destaca la posibilidad de incorporar más y más fuentes, multiplicar la cantidad de datos y diversificar los rumbos de las asociaciones significativas hasta un grado potencialmente infinito. Umberto Eco denomina proceso de “semiosis ilimitada” a este fenómeno.
      Para ocuparse de los asuntos como la organización y diseño de los hipertextos es necesario establecer diferencias entre las clases de los lectores. Se trata de enfoques diferentes de la forma de abordar los sistemas hipertextuales, en especial respecto de la necesidad y grado de utilización por parte del lector; en función de su objetivo, el usuario podrá adoptar alguno de estos enfoques, o todos ellos, incluso en una sesión:
  • Los navegadores son superficiales y curiosos, lo único que les interesa es navegar. Un rasgo que adquiere especial relevancia en ellos es la lista de selecciones previas, que muestre el orden en que se hicieron, lo cual permite volver a cualquiera de las estaciones anteriores. Es posible que los navegadores vean mucho elementos textuales, pero no pretenden establecer asociaciones o patrones entre ellos, ni necesitan saber cómo incorporar cambios o agregados a la información hallada.
  • Los usuarios, en cambio, tienen ideas bastante claras sobre lo que desean encontrar. Como a menudo buscan en el hipertexto información específica, requieren datos orientados que exhiban cierto grado de precisión. Una vez que encuentran lo que quieren, su tarea ha terminado.
  • Los hiperlectores exigen mucho más, no sólo necesitan los recursos y guías para movilizarse dentro del sistema, sino los medios que le permitan modificarlo en intervenir activa y tal vez permanentemente en él, en función de sus propias lecturas. Muchos universitarios recurren a esta práctica cuando resaltan o subrayan libros, escriben notas, etc. Estas alteraciones y contribuciones pueden incorporarse al hipertexto si el entorno se encuentra estructurado de manera “dialógica”, es decir, si permite la respuesta del usuario.




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